Cinco de septiembre


No sé qué cínico músculo del cuerpo, que torpe emoción del corazón, o qué función de la memoria hace que uno recuerde con exactitud fechas que duelen. La calendarización de los años hecha síntoma en el cuerpo, día a día me asombra más ..
Intento buscarle la vuelta, racionalizarla , y no hay caso. Vuelvo a fs. Cero. Cayéndose toda hipótesis, desmoronándose cualquier aproximación, cada vez me alejo más de encontrarle respuesta al : por qué cada cinco de septiembre me angustio mientras rio. Me replanteo la existencia. Me pregunto por qué así y no asa.
Hoy hace seis años. Hace seis años mí teléfono V3 de Motorola sonaba en el fondo de la mochila mientras caminaba en el boulevard, frente a la biblioteca de la Universidad, saliendo para ir a trabajar faltando quince minutos para el mediodía.
Hace seis años, también era miércoles , y atendí el celular mitad extrañada mitad sin pensar, para enterarme que no estaba más..
Recuerdo que me estaquie. Tratando de conservar la entereza, aletargado la angustia y la bronca que no tardó en encontrarme.
"La velan a las seis" supo decirme aquella voz que estaba sufriendo muchísimo más que yo. (Aunque el dolor no tenga bara). Venite para casa.
Ya no me acuerdo con palabras cómo o qué sentí en ese momento. No soy capaz de ser exacta, porque el tiempo también altera los recuerdos. Lo que si sé, lo que si está vivo como hace algo de dos mil y pico días, es que al instante me dije :"Al final no la fuiste a visitar" . Y hasta el día de hoy, me sigo repitiendo lo mismo. "Al final no la fuiste a visitar". Y aunque sé que tarde, a partir de ahí, aprendí a hacerme caso. A hacerle caso a lo importante. Y lo importante no es estudiar para un parcial o descansar para no estar dormida en el laburo. Lo importante es estar con el que querés estar. Es acompañar al que te está esperando. Es hacer más llevadera la mochila pesada de aquel a quien querés . Es recordarle a las personas cuanto las admiras.
Mí cuerpo cada cinco de septiembre me recuerda que hay alguien que ya no está. Me recuerda que la vida no es cuestión de merecimiento. Me dice que no me quede con nada, y que me perdone porque vos ya me perdonaste.
Igual me cuesta. Me cuesta porque tiempito después me tocó estar en un lugar cercano al tuyo. Con la muerte ahí, ni cerca ni lejos pero diciéndo acá estoy. Y el amor me tiró para adelante. Y los "te voy a ver" que no llegaban me destruían el corazón. Los planes del mundo mientras mí vida está paralizada me calaban muy hondo.
Hace ya mucho que no estás, fondo del mar. Más años que no estás que los que llevábamos de sentirnos. Y aún así no hay dia que al recordarte no piense "dónde carajo está". No hay 13 de junio o 5 de septiembre que no revise mails viejos. No hay momento en el que no diga "Sabes qué pasa? Era mucho para este mundo" Y es que aunque suene hasta religioso, lo pienso. Lo siento. Hace veinticinco años que respiro, amo profundamente a contadas personas y quiero mucho a algunas otras, sin embargo, nadie ilumina tanto como iluminabas. Porque iluminabas todo. Lo que te hacía bien, lo que te hacía mal. A los que querías profundamente y a los que pese a haberte hecho daño, seguías deseándoles lo mejor.
Hace seis años que no me dejo escribir, porque me siento sin legitimación. Porque me invade la angustia de saber que donde tenía que estar no estuve. Y no es culpa. Es profundo deseo de haber podido aprender antes. Son profundas ganas de querer hacer las cosas diferentes para que te hubieses sentido al menos un poquito más acompañada.
Pero el tiempo no va para atrás. A veces , no hay segundas vueltas. Entonces la que queda es la oportunidad de ni repetir y el deseo incesante de abrazarte si te encuentro.
No sé porque recordamos con el cuerpo. Pero cada cinco de septiembre una alarma emocional me obliga a mirar el calendario y entender que es cinco de septiembre.

Comentarios

Entradas populares